Fotografía estereoscópica Argentina
Curador: Esteban Pastorino / colaboración Abel Alexander
Desde el 6 de marzo
Curador: Esteban Pastorino / colaboración Abel Alexander
Desde el 6 de marzo
El desarrollo de la fotografía estereoscópica en Argentina, al igual que en el resto del mundo, tuvo momentos de auge y ocaso. En nuestro país, sin embargo, la gran mayoría de las imágenes fueron producidas por fotógrafos aficionados, siendo pocos los profesionales que exploraron este campo. A su vez, las cámaras y placas fotográficas requeridas en esta técnica tenían un costo elevado y necesitaban procesos de positivado especiales, lo cual reducía el acceso a usuarios con cierto poder económico. Esto hace que la producción de imágenes estereoscópicas no haya sido tan grande como las tradicionales y las colecciones se encuentren dispersas, sea en posesión de descendientes que no necesariamente tienen relación con la fotografía, o se hayan desechado o perdido a lo largo de los años. Es difícil entonces precisar la cantidad de fotografías estereoscópicas producidas principalmente en el siglo XX, pero es posible intuir que estamos solamente ante una pequeña parte del volumen total.
A pesar de las limitaciones cuantitativas, esta exhibición propone abordar los trabajos que desarrollaron en diversas partes del país aficionados y profesionales, y que al día de hoy se han presentado en pocas ocasiones y aisladamente.
Dentro de la producción realizada por aficionados se encuentra el trabajo de José María Jorge, Alberto Constancio González, Bernardo Croce, Walter Kirby y el de otros autores no identificados. Estos fotógrafos abordaron distintos temas en común: escenas de la vida cotidiana, retratos familiares y viajes a Europa y Argentina, especialmente a Mar del Plata, lugar de veraneo que varios de ellos frecuentaban.
Alberto Constancio González merece principal atención. Su virtuosismo excepcional para este tipo de fotografía hace que su trabajo sea de una calidad mucho mayor a la de sus pares. El dinamismo y precisión en la composición (estos negativos no eran reencuadrados al momento de su positivado) que se observa en la mayoría de sus placas está a la par de su capacidad para capturar el instante y fijar la distancia de foco. En su prolífica producción, González abordó diversos temas. Como miembro de la familia González Venzano, que era parte de la alta sociedad, tuvo acceso a lugares que esta frecuentaba y a importantes eventos oficiales, entre ellos a los festejos del centenario de la Revolución de Mayo y la inauguración del Tren Trasandino, ambos en 1910, los cuales capturó con su cámara estereoscópica legando un registro de época de un valor estético singular.
El caso de José María Jorge, reconocido médico traumatólogo de su época, es interesante ya que a lo largo de sus años de producción se percibe una constate evolución en el desarrollo de la forma de representación del espacio a través de la estereofotografía. En sus primeras placas, puede observarse una técnica más pobre donde el potencial de recrear la ilusión de profundidad casi no era explotado, los encuadres se aproximaban a los que se harían al tomar una imagen bidimensional (el visor monocular de las cámaras estéreo era similar al de las cámaras convencionales y no permitía percibir la profundidad al momento de encuadrar). A lo largo de los años, a medida que acumulaba fotografías y habiendo visto el resultado de las mismas, fue desarrollando un sentido más preciso de la composición espacial y comenzó a incluir premeditadamente elementos en primeros planos para crear una mayor ilusión de profundidad. Esta intención puede advertirse ya que son elementos que en una fotografía tradicional normalmente se excluirían debido a que juegan un papel demasiado predominante en la composición. Otra particularidad de Jorge es que dedicó parte de su producción a registrar con este medio su práctica profesional como médico, algo poco común en los aficionados.
Paralelamente al trabajo de aficionados, entre los fotógrafos profesionales hubo algunos pocos que adoptaron el uso de la estereofotografía. Uno de ellos fue Pastor Valdez, quien tuvo la oportunidad de registrar la primera circunnavegación de la Fragata Sarmiento. Valdez fue nombrado como profesor civil de fotografía para instruir a los futuros oficiales y contaba con su laboratorio/cuarto oscuro en el interior de la fragata, en el cual los cadetes realizaban las prácticas. El resultado de este gran proyecto fueron cientos de negativos y la edición de una colección de 600 imágenes estereoscópicas que ilustraban su paso por los 5 continentes.
Otro caso particular fue el del inmigrante sirio Abud José Bachur, quien se radicó en Tucumán a principios de siglo XX y abrió en 1913 su estudio “Luz y sombra”. Gran parte de su trabajo profesional eran los retratos en exteriores y en estudio, donde los realizaba con luz natural en su galería vidriada, ambientándolos con fondos pintados de gran realismo. Los retratos de estudio presentan un curioso efecto ya que el retratado se percibe en profundidad no así el fondo, que era una imagen bidimensional. Por su profesión, Bachur tenía una noción compositiva muy refinada lo que le permitió plasmar su manejo del espacio en imágenes estereoscópicas de gran profundidad.
El interés que hubo en la estereofotografía hacia fines del siglo XIX y principios del XX fue mermando a medida que avanzaba el siglo XX. Sin embargo, en la década del 60 hubo un resurgimiento de la fotografía estereoscópica. Para entonces la película diapositiva color ya se había popularizado comercialmente y algunos fotógrafos de sociales comenzaron a ofrecer como servicio adicional, aparte del tradicional álbum con copias, un juego de tarjetas con las diapositivas originales y un visor plástico para verlas. La imagen estereoscópica ya contaba con antecedentes y es lógico pensar que estos fotógrafos profesionales conocían la técnica para logar el efecto de profundidad que la caracteriza. Una vez más recurrieron en sus composiciones a ubicar elementos en planos sucesivos o en fuga para lograrlo. Actualmente es difícil hallar información de los fotógrafos que utilizaron esta técnica, especialmente porque estuvo relacionada con un uso comercial concreto donde rara vez había registros de autoría y el material producido que permanece, en la mayoría de los casos, es atesorado por las familias que contrataron los servicios del fotógrafo.
Observando esta diversidad de trabajos, tanto de profesionales como de aficionados, y el desarrollo estético por parte de algunos, se puede deducir que la estereofotografía requirió una aproximación diferente a la fotografía bidimensional tradicional, especialmente en lo que se refiere a composición y manejo de los elementos en el espacio. Recursos como los mencionados anteriormente, que no siempre se aplican en una composición bidimensional, fueron las primeras aproximaciones a desarrollar un lenguaje específico del medio.
Cabe destacar que en todos los casos los equipos que utilizaban, al igual que los dispositivos de observación de estas imágenes, estaban limitados a las opciones que el mercado ofrecía: distintos tipos de cámaras y visores que en la mayoría de los casos mantenía el formato original del negativo o positivo utilizado. Esto obviamente limitaba las posibilidades expresivas del medio que en muchos casos terminó cumpliendo la función de entretenimiento o curiosidad en las reuniones sociales.
A lo largo de la historia de la fotografía hubo avances tecnológicos que dieron paso al desarrollo de nuevos lenguajes de la imagen -podríamos entablar relación entre los materiales más sensibles y la instantánea, la cámara Leica y fotografía de calle, la película Kodachrome y la fotografía color-; el caso de la estereofotografía es muy llamativo, ya que si bien la imagen estereoscópica y la fotografía estuvieron relacionadas casi desde sus inicios, nunca llegó a desarrollar un verdadero lenguaje propio donde la posibilidad de recrear el espacio tridimensional fuera su rasgo distintivo.
La intención de esta exhibición no es solo relevar parte del trabajo realizado desde hace más de un siglo con esta técnica en Argentina o por fotógrafos argentinos, o permitir al espectador transportarse a un tiempo y lugar de la forma más realista en la que se pudo registrar en su momento, sino principalmente evidenciar una práctica que al día de hoy, y a pesar de los cambios de tecnología, quedó en gran medida olvidada. Actualmente la cantidad de fotógrafos trabajando con esta técnica se reduce a un porcentaje mínimo, y las propuestas formales y conceptuales en la fotografía contemporánea muy excepcionalmente cuestionan la reducción del espacio tridimensional a una imagen bidimensional.
Estos fotógrafos como tantos otros, motivados por las modas, la curiosidad o la necesidad expresiva genuina, iniciaron en nuestro país un camino hoy abandonado, que visto desde la perspectiva actual merece seguir siendo explorado.
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Texto Abel Alexander
Presidente Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía
FOTOGRAFÍA ESTEREOSCÓPICA EN LA ARGENTINA:
SU HISTORIA Y EVOLUCIÓN (1850-1950)
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Desde el fondo de la historia los sabios de todas las épocas estudiaron y se preocuparon por el complejo sistema de la visión humana elaborando distintas teorías al respecto. Pero su abordaje científico recién se inició con el físico y astrónomo musulmán Alhazen (965-1040) y estos estudios fueron continuados durante los siglos XVIII y XIX por Isaac Newton y Hermann von Helmholtz.
Hacia el año 1838 el físico británico Sir Charles Wheatstone publica un artículo fundacional, en el que describía perfectamente la visión estereoscópica, del prefijo griego stereo (sólido) y el sufijo graphia (describir). El mismo se basa en la visión humana binocular, es decir, en la separación de aproximadamente 65 mm que existe entre nuestros dos ojos. Éstos reciben cada uno una imagen ligeramente diferente que el cerebro une, creándose entonces el efecto de tridimensionalidad.
Poco después este descubrimiento sobre la tridimensionalidad se incorporó a la naciente fotografía, obteniéndose de esta manera, las primeras imágenes estereoscópicas por el proceso técnico del daguerrotipo. Las primeras cámaras daguerreanas constaban de un solo objetivo, el cual y para obtener este efecto, debía desplazarse sobre el frontis del equipo para realizar de inmediato la segunda toma. Esta dificultad fue rápidamente subsanada y la industria proporcionó equipos especiales provistos de dobles lentes, como por ejemplo las cámaras del francés Alphonse Giroux.
El invento prosperó a partir del visor perfeccionado por Sir David Brewster hacia 1851. Para poder apreciar una imagen tridimensional ‑en este caso fotográfica‑ es necesario utilizar un visor estereoscópico, o sea, un aparato óptico donde las dos imágenes planas se funden en una sola creando la sensación de tridimensionalidad. Estos aparatos fueron fabricados en los modelos de mano, mesa y de pie o salón.
La estereografía fotográfica atravesó la historia de este nuevo arte desde la etapa del daguerrotipo hasta la actualidad; lo hizo a través de todos los procesos técnicos conocidos y se aplicó a los más variados campos del registro humano, aunque debemos mencionar que en una menor proporción a lo que podemos señalar como fotografía plana. Por su característica tan especial los registros estereoscópicos introdujeron el concepto del espectáculo en el invento de Niépce, Daguerre y Talbot.
FOTOGRAFÍA ESTEREOSCÓPICA EN LA ARGENTINA:
ETAPA DEL DAGUERROTIPO Y AMBROTIPO
Si los daguerrotipos introducidos en nuestro medio a partir de 1843 ya eran muy costosos ‑el historiador Julio F. Riobó menciona en sus ensayos pioneros que ascendían a más de 100 patacones‑ los estereoscópicos lo eran mucho más, de ahí la extrema escasez de estas obras existentes en colecciones públicas y privadas.
Juan Gómez nos indica en su conocido libro que Juan L. Camaña (1795-1877), pintor y fotógrafo activo en Buenos Aires, anuncia en noviembre de 1852 que está en condiciones de realizar daguerrotipos estereoscópicos; la novedad mereció una elogiosa nota del diario porteño El Pueblo informando a sus lectores: «… la perfección de los retratos llamados estereoscópicos que nos causó una agradable sorpresa ya que no es una superficie plana lo que se contempla, es la naturaleza con todos sus relieves con toda su admirable verdad…».
De nuestro conocimiento y hasta el presente, no se conocen daguerrotipos estereoscópicos realizados en el país; solo se conserva un retrato de caballero no identificado en la colección del Museo Histórico Nacional en la medida de 8,5 x 17 cm, pero el mismo fue realizado por el daguerrotipista Warren Thompson en París (Rue de Choiseul, 22), circa 1853/55. Esta obra se encuentra incluida en el libro Los Años del Daguerrotipo de la Fundación Antorchas (1995).
Pero otras imágenes más perturbadoras arribaron desde la Francia liberal a la conservadora Argentina, nos referimos a una serie de daguerrotipos estereoscópicos de desnudos femeninos, una verdadera especialidad de algunos profesionales de París en esta temática erótica y aun pornográfica. Adquiridos seguramente por acaudalados caballeros de la época, dos de estas obras pertenecieron en su momento a la colección daguerreana del Dr. Julio F. Riobó, nuestro primer historiador fotográfico. Décadas después y hacia el año 1993 otras tres de estas especiales imágenes surgieron en el mercado nacional y fueron adquiridas por dos reconocidos coleccionistas de Buenos Aires.
No podemos dejar de mencionar el daguerrotipo estereoscópico realizado el 8 de octubre de 1858 sobre un acto cívico en la Plaza Constitución de Montevideo, obra del francés Napoleón Aubanel; se trata de una impactante imagen doble montada en un estuche-visor de la firma americana Mascher’s y dedicada al presidente uruguayo, la cual se conserva en la Colección Cuarterolo.
También y preservado en un estuche-visor de la firma Mascher’s Improved Stereoscope de Filadelfia (patente: 8 de marzo de 1853), se conoce un interesante retrato de dos niñas realizado en estudio; se trata en este caso de un ambrotipo estereoscópico en la medida de un sexto de placa (8 x 7 cm) y la obra fue puesta a la venta en 2018 por la Librería Anticuaria «Hilario. Artes, Letras & Oficios» de Buenos Aires a través del Catálogo Fotográfico N° 6.
LA TRIDIMENSIONAL EN LA NUEVA FOTOGRAFÍA
Cronológicamente la etapa de daguerrotipos y ambrotipos ‑también conocidos como positivos únicos‑ abarcó el período de 1843 hasta mediados de la década de 1860 y, finalmente, fueron reemplazados a partir de esa fecha por la nueva y más económica fotografía por el sistema negativo-positivo; primero por los negativos de vidrio emulsionados al colodión húmedo y copias positivas en papel a la albúmina y, más tarde, por las llamadas placas secas y positivos a la gelatina de plata, procesos que se extendieron con algunas variantes hasta el desembarco masivo de las imágenes digitales.
Como dato interesante y por ser pionero, diremos que el 20 de noviembre de 1864 el topógrafo y aficionado a la fotografía Jaime Arrufó (1830-1876) dictó una conferencia pública en Buenos Aires y, en el transcurso de la misma, presentó un aparato que definió como: «hermoso instrumento llamado Estereoscopo» señalando que fue inventado por Wheatstone. También explicó cómo se obtenían estas especiales imágenes dobles. (Rubén Correa. «Acerca de una antigua disertación sobre fotografía». Memoria del 1° Congreso de Historia de la Fotografía, 1992).
En realidad son escasas las iniciativas estereoscópicas desarrolladas entre los fotógrafos profesionales durante este temprano período y, a veces, se cuenta con evidencias documentales de sus trabajos sobre esta técnica pero, aun así, no se han encontrado hasta ahora aquellas obras vintage.
Ponemos como uno de los ejemplos al fotógrafo italiano Césare Rocca, reconocido autor del famoso álbum sobre la Exposición Nacional de Córdoba de 1871. Pues bien, en una de estas imágenes a la albúmina tomada en los jardines exteriores del Gran Palacio, se aprecia su carruaje de transporte con varios de sus equipos de trabajo a bordo, uno de los cuales es una cámara de madera estereoscópica con sus dos lentes montados en bronce y, sin embargo, no se conocen al presente estas imágenes dobles sobre el gran proyecto expositivo de Domingo F. Sarmiento.
Otro caso emblemático lo constituye el portugués Christiano Junior, donde observamos en sus dos conocidos álbumes fotográficos sobre Buenos Aires ‑editados en 1876 y 1877 respectivamente‑ y también en las imágenes de la gran gira que realizó por el interior del país a partir de 1880 que, en varias de esas vistas urbanas y rurales, ubica a las personas en diferentes planos, o sea, una típica estrategia para obtener los efectos de tridimensionalidad. Esta sospecha nuestra se ha visto confirmada por una publicidad del mismo C. Junior en el diario porteño La Prensa del 4 de febrero de 1875 donde promocionaba la venta de: » … Vistas de Buenos Aires y sus contornos, para cuadros, álbums y sus stereoscopos…» y, sabemos además, que algunas de estas obras dobles merecieron premios en concursos nacionales.
Luis Priamo, en su trabajo de investigación «Los primeros fotógrafos de Esperanza se calumnian», indica que el italiano Pedro Tappa anunciaba el 20 de marzo de 1880 y a través del periódico El Colono del Oeste de Esperanza su arribo desde la ciudad de Santa Fe donde ofrecía: «… ha llegado a ésta con sus máquinas para sacar algunas vistas estereoscópicas…»
Roberto Ferrari investigó la serie de llamativos registros estereoscópicos realizados por la firma de Tey & Palá sobre la severa inundación que sufrió la ciudad de Córdoba el 15 de diciembre 1890, cuando salió de madre el arroyo La Cañada ocasionando numerosas víctimas fatales. Este verdadero reportaje de tipo periodístico fue realizado pocos días después de la catástrofe natural y, al dorso de los cartones, se encuentran los epígrafes explicativos.
Una temprana iniciativa estereoscópica a nivel rioplatense fue realizada por la conocida firma fotográfica de los estadounidenses Chute & Brooks de Montevideo quienes, hacia fines de la década de 1860, realizaron un relevamiento urbano sobre aquella capital. Para tal fin utilizaron una cámara especial y, trasladándose en un carruaje laboratorio, documentaron la ciudad en copias dobles a la albúmina. En nuestra colección contamos con trece de estas vistas montevideanas, todas montadas sobre cartones color naranja y dorsos en tono lila, mientras la publicidad litográfica indica: «Chute & Brooks – Fotógrafos – Montevideo». Estas imágenes decimonónicas muestran los principales edificios públicos, plazas, monumentos y hasta tranvías a caballo. Por su importancia pionera esta colección sudamericana ha sido mencionada en el libro The World of Stereographs de Willliam C. Darrah (1977).
COMPAÑÍAS ESTEREOSCÓPICAS:
NACIONALES E INTERNACIONALES
Andrea Cuarterolo nos señala en su libro De la Foto al Fotograma – Relaciones entre Cine y Fotografía en la Argentina (1840-1933) la importancia que cobraron hacia fines del siglo XIX y principios del XX las grandes compañías estereoscópicas internacionales, en especial las de los Estados Unidos de América.
Se ha dicho y con razón que la estereofotografía fue la televisión del siglo XIX, aseveración muy cierta si tenemos en cuenta que el mundo tal cual era, recién se estaba descubriendo gracias las precisas imágenes de la nueva fotografía y, en ese punto, su variante tridimensional a través de visores especiales era el mejor y más sorprendente viaje de conocimiento alrededor del mundo, y lo mejor… sin moverse del comedor de casa.
De las compañías americanas que enviaron fotógrafos itinerantes a nuestro territorio para divulgar estas imágenes a nivel internacional se pueden mencionar a las firmas Underwood & Underwood, Keystone View Company o H. C. White Co. La mayoría de ellas son registros de la ciudad de Buenos Aires y también de la provincia de Mendoza, seguramente por ser paso obligado para trabajar en la vecina Chile.
En nuestra colección contamos con ejemplares de H. C. White Co. sobre la Avenida de Mayo (N° 18906) y con su título en seis idiomas, mientras que Keystone View Company nos muestra el trabajo de un peón fabricando ladrillos en Mendoza (N° 21819) y al dorso un extenso texto explicativo en inglés. En todos los casos los soporte secundarios de estas obras americanas son curvos, estrategia para acentuar la necesaria visión tridimensional.
También se conocen colaboraciones mixtas estadounidenses-argentinas, como por ejemplo la compañía de Alfred S. Campbell Art Co. de Elizabeth. N.J (U.S.A.) quién editó vistas estereoscópicas del país asociada a la empresa Soldati, Craveri, Tagliabue y Cía. de Buenos Aires, importante casa proveedora de insumos fotográficos con sedes en las calles Defensa 215 y Alsina 445.
Una mención especial merece la iniciativa de los fotógrafos Pastor Valdez y Pedro Sanquirico; el primero fue contratado como profesor de fotografía de jóvenes guardiamarinas durante el primer viaje de la Fragata Presidente Sarmiento alrededor del mundo (1899-1900). La travesía a través de cinco continentes fue prolijamente registrada en fotografías estereoscópicas. Al regreso en Buenos Aires los socios editaron una ambiciosa colección bajo el título: «Viaje de circunnavegación de la Fragata Sarmiento. Colección Valdez & Sanquirico. Reproducción Prohibida. Propiedad Reservada». Estas 600 fotos dobles por cada colección en la medida de 8,5 x 17,5 cm con sus epígrafes y números correlativos, fueron puestas a la venta en el mercado nacional. Podemos afirmar que fue ésta la primera iniciativa comercial de registrar el mundo con cámaras argentinas y, de alguna manera, competir con las poderosas empresas internacionales de la época.
Pero el mayor editor y divulgador de fotografías estereoscópicas argentinas fue el alemán Eugenio Widmayer (Sttugart 1864- ? ), un exitoso comerciante con casa matriz en Leipzig quién, hacia el año 1888, abrió su primer local en calle Cuyo 872 (actual Sarmiento) de Buenos Aires; inaugurando ese mismo año una sucursal en San Martín 810 de Rosario (Santa Fe). Desde sus inicios la firma se dedicó exclusivamente a la provisión de insumos fotográficos para profesionales y aficionados, siempre de reconocidas marcas europeas y americanas. Años después y bajo la razón social de Widmayer y Cía. se mudó a Corrientes 727. En los sucesivos catálogos que enviaba gratis a sus clientes, promocionaba una colección de más de 300 vistas urbanas y rurales sobre la República Argentina, todas impresas en Alemania en un delgado papel brillante a la gelatina de plata y el formato de 9 x 18 cm. Este negocio fue sucedido años después por su compatriota Guillermo Koellner, quien siguió comercializando los mismos estéreos pero ahora bajo su propio nombre.
Una original serie de fotografías estereoscópicas surgió de la empresa tabacalera Yolanda de Federico Hormann (Cuyo 1346) quien, en una audaz promoción de sus cigarrillos, incluía como premio en algunas marquillas pequeñas imágenes estereoscópicas pero de carácter erótico. Se editaron series de a 100 fotografías distintas e, inclusive, se vendían los diminutos visores a 0,50 centavos.
Queremos mencionar una tardía empresa dedicada a la fotografía estereoscópica profesional en Argentina, fue la Tri-Dimensional Magiscop quien operó hacia la década de 1950.Se conocen vistas de Mar del Plata y de una serie dedicada a los deportes populares como fútbol, boxeo o automovilismo, con retratos del arquero de San Lorenzo Mierko Blazina, boxeadores como Pascual Pérez o Eduardo Lausse y del corredor Oscar Gálvez. El logotipo de Magiscop era un templo griego y se conocen registros que superan las 150 obras, algunas en la colección Silvio Killian.
El investigador francés sobre la fotografía color Louis Ducos du Hauron introdujo en 1891 los Anaglifos, una novedosa técnica estereoscópica que, utilizando una impresión a dos colores ‑cian y rojo‑ y a través de sencillos anteojos en esos mismos tonos, permite obtener la necesaria visión tridimensional. En Argentina la empresa Producción F.I.C. editó en la década de 1940 los álbumes N° 1 y N° 2, en la medida de 13 x 14 cm, en esta modalidad y titulados: «Paisajes Argentinos» y «Templos de Buenos Aires» ambos con 12 fotografías y textos en castellano, inglés, francés y alemán. La tirada ascendía a más de dos mil ejemplares.
Incluso se conocen tarjetas postales de tipo estereoscópico; Héctor Pezzimenti nos ilustra sobre la edición que hacia 1912 editó la Librería Rey dedica al balneario de Mar del Plata, la serie consta de 50 vistas turísticas de 8,5 x 13,5 cm en blanco y negro.
PROVEEDORES DE INSUMOS ESTEREOSCÓPICOS
Desde siempre la principal plaza fotográfica comercial de Argentina fue la ciudad de Buenos Aires y, obviamente, en ella se instalaron los primeros proveedores fotográficos. En un principio fueron los mismos profesionales de la cámara los que abastecían a sus colegas, como por ejemplo el alemán Adolfo Alexander (1822-1881) o el francés Emil Mangel Du Mesnil. Otro temprano proveedor fue el mismo Samuel Boote quien, a partir de enero de 1872, inauguró un local de insumos en la calle Piedad 86 (actual Bartolomé Mitre).
Pero ya hacia fines del siglo XIX se instalaron las primeras firmas dedicadas exclusivamente a la provisión de insumos fotográficos; debemos indicar que el surgimiento de estos negocios estuvo directamente vinculado al enorme crecimiento de los fotógrafos aficionados. Ante esta fuerte demanda abren sus puertas firmas como Oliva y Schnabl, Droguería «La Estrella», Lutz y Schultz, Enrique Lepage & Ca., Gregorio Ortuño y Cía., Lutz, Ferrando y Cía., Soldati, Craveri, Tagliabue y Cía., Eugenio Widmayer, Kodak Argerntina, Rossi y Lavarello, Guillermo Koellner, etc. Por supuesto estos exclusivos negocios de importación surtieron a la plaza local con el más completo surtido de cámaras, visores, placas y otros elementos para ejercer la fotografía estereoscópica en los campos profesionales y amateur.
Todos estos negocios de fotografía y aún de óptica, solían editar catálogos de venta muy completos remitidos por correo a sus clientes, algunos en forma gratuita. En nuestra biblioteca histórica contamos con una colección de estas obras comerciales; destacamos el tratado «La Fotografía Moderna» (1898) de Francisco Pociello, editado por Enrique Lepage & Ca. quien dedica un capítulo completo a la «Fotografía Estereoscópica» con ilustraciones. A su vez Gregorio Ortuño y Cía. (1899-1900) señala: «… La Fotografía estereoscópica dejada en olvido durante algunos años, toma en estos momentos gran impulso…» y ofrece las cámaras «Vérascope Richard» y «Bellieni» con objetivos «Goerz» y «Zeiss» y, en su nueva edición del año 1905, recomienda una amplia gama de visores especiales ‑de mano, para mesa y aún los costosos de pie (salón)‑ incluido el «Pantoscopo-Estereoscópico».
Eugenio Widmayer en su edición del año 1910 describe 271 vistas argentinas a la venta, ofrece también la de varios países de Europa, lotes de tipo humorístico y hasta «Retratos de Modelos» un eufemismo para designar imágenes eróticas al gusto masculino; mientras que su Catálogo General N° 52 (circa 1913) aumenta el stock de las «Vistas Estereoscópicas de la República Argentina» a 310 imágenes en papel bromuro brillante en la medida de 8,5 x 17 cm, todas impresas en castellano por la poderosa empresa alemana Neue Photographische Gesellschaft (NGP) Berlín (1894-1948). Años después estas mismas ediciones continuaron bajo la sucesión de Guillermo Koellner. A su vez la empresa Lutz, Ferrando y Cía. ya instalada en su monumental edificio propio de calle Florida 240, promocionaba hacia 1920 una diversidad de vistas estereos sobre cartón y positivos en vidrio, incluyendo las codiciadas «Academias». También en el Catálogo del año 1925, ofrece a sus clientes el afamado visor francés «Taxiphote» para registros de 4,5 x 10,7 cm.
Vicente Gesualdo investigó durante años los «Salones Ópticos» del siglo XIX ‑antecedente histórico de las salas cinematográficas‑ instalados en Buenos Aires y otras capitales de provincia; en ellos el público podía apreciar realidades geográficas lejanas, sucesos políticos o militares, gracias a las novedosas fotografías estereoscópicas visualizadas en sus respectivos estereoscopios.
FOTOGRAFÍA ESTEREOSCÓPICA AMATEUR
El 29 de abril de 1889 se reúne en la casa del Dr. Francisco «Paco» Ayerza ‑calle de la Piedad 1266, de Buenos Aires‑ un selecto grupo de entusiastas cultores del Arte de la Fotografía; animados por la idea de formar una entidad sin precedentes en el país. Serán estas trece personas el núcleo fundacional de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados. Ese mismo día se conforma la Comisión Provisoria y en un posterior Estatuto se indica bajo el artículo 3: «… Su objeto es puramente artístico y científico. Favorecerá el desarrollo de los progresos fotográficos…».
Al poco tiempo suman más de 100 socios e instalan su sede social en calle Florida 365, pequeño local que había pertenecido al fotógrafo italiano Juan Ferreto. Debemos puntualizar que la nueva e inédita agrupación fue el resultado directo de grandes cambios tecnológicos en el campo fotográfico mundial, gracias al avance de los prácticos negativos de vidrio a la gelatina de plata fabricados en forma industrial y, en especial, a una nueva generación de versátiles cámaras de mano.
En 1904 la revista Caras y Caretas publicaba el Concurso del año 1904 de esta entidad, señalando que dentro del Segundo Grupo se podían presentar exclusivamente «… fototipos negativos obtenidos con aparatos estereoscópicos de cualquier tamaño…». En esta ocasión la medalla de oro le fue otorgada al aficionado Gonzalo Menéndez Pallarés (seudónimo «Primavera»).
A la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados se le debe el enorme mérito de haber documentado en imágenes y por vez primera lugares y regiones poco conocidos de nuestro país. La actividad es intensa y entusiasta, organizan concursos entre sus socios con premios, medallas y diplomas, editan sucesivos álbumes con vistas nacionales ‑48 de los cuales se conservan en el Archivo General de la Nación‑ colaboran con las autoridades nacionales proporcionando vistas y hasta participan con imágenes cordilleranas por el conflicto de límites con Chile.
Debido al incendio que en 1893 destruyó el local de calle Florida, sus directivos se mudan finalmente en 1896 a un espacio más amplio sobre la flamante Avenida de Mayo 833; en la nueva sede cuentan con una nutrida biblioteca fotográfica, sala de lectura, galería de pose, laboratorio a cargo del italiano Pedro Sanquirico y, al servicio de todos los socios, una serie de visores estereoscópicos de mesa y hasta uno de pie (salón) para visualizar las obras de sus miembros.
La SFAA organizó hasta su disolución, en 1928, numerosos concursos incluyendo la especialidad estereoscópica, otorgando a los ganadores medallas de oro, plata y bronce por las mejores obras. Podemos mencionar al señor Emilio G. Fernández, quien obtuvo la presea de oro por un registro estereoscópico de 4,5 x 10,7 cm.
La entidad asociada a la firma Soldati, Craveri, Tagliabue & Cía. organizó en diciembre de 1902 un gran concurso «… Con el objeto de complacer a una institución fotográfica extranjera que nos ha solicitado una colección de Vistas Nacionales…». La Primera Categoría estaba destinada a las: «…Vistas estereoscópicas de paisajes y costumbres del país…» en las medidas de 8 x 16 cm y 9 x 18 cm y ofrecía como primer premio «Un aparato Spido estereoscópico con objetivo Zeiss».
Don Carlos Barrios Barón nos indica en su libro Pioneros del cine en la Argentina (1995) que Eugenio Cardini fue un miembro muy activo de aquella entidad amateur; el 5 de mayo de 1900 la revista Caras y Caretas publicaba su primer premio obtenido a través de un registro estéreo sobre la galería de pose de Alejandro Witcomb. En 1901 inició un largo viaje alrededor del mundo y, a su regreso, presentó una estupenda colección de vistas estereoscópicas, en especial del norte de Europa.
La Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados llegó a contar con más de 500 socios que abonaban una cuota mensual. En su mayoría de buena posición económica, sus miembros practicaron la estereofotografía como una práctica artística, pero también como un mecanismo de documentación familiar y social, realizando fotografías de sus residencias, reuniones, paseos, viaje a las estancias y turismo nacional e internacional. Al regreso de esas «expediciones» era práctica común convocar a familiares y amigos en el amplio comedor del hogar para juntos disfrutar las mágicas imágenes del estereoscopio.
Hoy centenares de familias descendientes de esos pioneros todavía conservan estos imborrables recuerdos del pasado; en su conjunto estas colecciones suman cientos de miles de imágenes tridimensionales… ¡Protejamos este valioso patrimonio cultural argentino!