Andy Goldstein – Inventarios Fotografía 1973-2012
Marzo 2018
Marzo 2018
«Cerrado por inventario», en 2016 Andy Goldstein, fotógrafo argentino, se toma una pausa, en el sentido más estricto de la palabra, detenerse y revisar, contar y ver el material de sus casi sesenta años de carrera fotográfica. Y es en esa pausa donde nace Inventarios: el libro y esta exposición.
A lo largo de siete salas recorremos el devenir fotográfico de Goldstein, una revisión de siete proyectos que representan su andar como observador, donde vemos la transformación de una herramienta, una técnica, un discurso, un país y un artista.
En el prisma generoso de “puntos de vista” que él nos comparte, encontramos diferentes espacios que la fotografía posibilita: la denuncia, la poesía, la introspección; todos desde un mismo ojo que afirma:
“…Aquí estamos tú y yo, frente a frente. Y he venido a documentar que tú eres tú.”
Sin respetar un orden cronológico, Andy Goldstein, narrador visual, nos lleva de la mano en esta muestra, es su voz la que nos acompaña en este recorrido, sus textos nos van develando un poco más sobre él y sobre su relación con lo que miramos.
Los observados nos observan observar.
Y ahora somos nosotros, los interlocutores de aquella afirmación, los que tenemos la palabra.
Esta exposición está conformada por seis series y un audiovisual colectivo.
Gente en su casa (1988), Ezeiza (20 junio 1973), Río Cuarto (1974), Vivir en la tierra (2012), La muerte de la muerte (1979), Arborescencias (1995) y el audiovisual Buenos Aires, realizado en 1975 por Marta Dujovne y Víctor Zavalía con fotografías de Andy Goldstein y música de Ariel Martinez.
Valentina Siniego Benenati
Buenos Aires, 2018
Gente en su casa /1985
En la década de los ´80s, influenciado por el concepto de “aura” de Walter Benjamin y por la obra del sociólogo Erwin Goffman, comencé a preguntarme: ¿De qué modo se presentarían hoy las personas ante la cámara si el fotógrafo intentara no alterar la escena? ¿Cuál sería la estética social, cuáles las costumbres que se pondrían al descubierto? ¿Existiría un mandato cultural específico que las llevara a presentarse ante la cámara de tal o cual forma? ¿Mostrarían patrones comunes los diversos grupos?
Para asegurarme de que mis modelos comprendieran la importancia que sus decisiones tendrían para ellos en el futuro, decidí diseñar unas reglas “rituales” y prescindir de la fugacidad de la instantánea para remitirme a los larguísimos tiempos de exposición de la época de los daguerrotipos, pensando, desde luego, en Walter Benjamin. También me reservé la elección del punto de vista, lo que me permitiría mostrar el contexto en el que la persona se presentaba.
Comenzaba a acercarme a mis modelos. A interpelarlos. A decirles: – Aquí estamos tú y yo, frente a frente. Y he venido a documentar que tú eres tú. Y también a mostrar tu entorno.
En 1985 puse a prueba estas ideas realizando la serie “Gente en su casa”.
Río Cuarto /1974
En 1974, me encontraba viviendo en la ciudad de Río Cuarto, Provincia de Córdoba. Me desempeñaba como profesor de la cátedra de Fotografía, en la Universidad local. Los conflictos sociales y el clima de violencia estaban creciendo en toda la Argentina y haciéndose cada vez más inquietantes.
Muere Perón. La organización paramilitar Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A, al mando del siniestro López Rega, comienza a operar también en Río Cuarto. En la población corren rumores cada vez más ominosos. Desaparecen personas.
Sintiendo que mi vida y la de muchos otros colegas corre peligro, pienso que quizás no sería mala idea volverme “más visible” con la inocente esperanza de evitar riesgos mayores. Decido entonces concretar de una vez por todas una muestra con las fotografías que había ido tomando durante ese año en Río Cuarto y sus alrededores. La muestra se inaugura en la hoy inexistente galería Fernando Fader.
Pocos días después, la Universidad es clausurada y la mayoría de los profesores somos expulsados.
Regreso a Buenos Aires preguntándome si debo abandonar el país o no. Decidí quedarme.
Ezeiza /20 junio 1973
Después de 18 años de exilio , el 20 de junio de 1973 se produjo el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina. Consciente de la importancia singular del evento, aunque sin imaginar lo que estaba por suceder, organicé una jornada fotográfica con un grupo de mis alumnos. Se suponía que íbamos a registrar una fiesta popular de proporciones incalculables, pero el acontecimiento se convirtió en la brutal matanza indiscriminada que hoy se conoce como “La masacre de Ezeiza”.
Durante horas caminamos junto al pueblo peronista que marchaba a recibir a su líder. Estas son algunas de las fotos que tomé ese día, antes y después de la batalla. Afortunadamente, logramos refugiarnos en una casa cercana que nos habían prestado y que pensábamos usar para descansar y reponernos, pero que terminó siendo nuestro providencial escondite. Muchas horas después, cuando el silbido de las balas ya no se escuchaba, nos animamos a salir. Eran las 2 de la mañana, ya no quedaba nadie, solo las huellas del estrago.
Diversas fuentes coinciden en que participaron en esa marcha más de dos millones de personas; hubo al menos 13 muertos y 365 heridos.
Vivir en la tierra / 2012
En los veinticinco años que separan Gente en su casa y Vivir en la tierra y ya reinstalado nuevamente en Buenos Aires luego de la frustrada experiencia universitaria en Río Cuarto, fundé mi propia escuela de fotografía y me centré en la labor docente pensando, mientras el tiempo pasaba, que quizás Gente en su casa sería mi último ensayo, de modo que finalmente decidí que ya era hora de publicarlo.
En mitad de ese largo periodo se inicio la revolución fotográfica digital y dediqué toda mi atención a investigar sus nuevas posibilidades desde los comienzos. También experimenté con el “panorama”: una compleja tecnología digital que permite obtener imágenes de gran formato con un alto nivel de información visual y gran finura de detalles. Realicé entonces diversas fotografías que finalmente, cristalizarían en Vivir en la tierra.
Este nuevo ensayo mantiene las mismas reglas y hunde sus raíces en la serie de los asentamientos de Gente en su casa. Pero ahora las nuevas tecnologías me iban a permitir controlar, como nunca antes, la paleta cromática, las gamas tonales y los claroscuros. Y, además, yo tenía la convicción de que no bastaba con mostrar los asentamientos urbanos de Argentina sino que debía ampliar el campo a los de toda Latinoamérica.
Así di forma a Vivir en la Tierra, una serie de 67 fotografías de gran formato a través de las cuales registré las condiciones de vida en la que se encuentran más de 170 millones de personas del continente americano, sumergidas en situaciones de extrema pobreza y exclusión social.
La muerte de la muerte /1979
En 1978, viajé a México para participar en el Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía organizado y dirigido por Pedro Meyer. La riqueza de los intercambios en este encuentro influyó en mi próximo trabajo: La Muerte de la Muerte, un ensayo acerca de la fragilidad de la memoria; fragilidad que alcanza su expresión plástica en esos retratos grabados sobre esmaltes que en cementerios de diversos países presiden las tumbas; al principio adornadas y limpias, luego polvorientas, envejecidas y difuminadas hasta la evanescencia por el inexorable paso del tiempo.
Sin embargo, en la Argentina de 1979, sumida en la sangrienta dictadura militar, todo resultaba peligroso. Incluso hacer fotos por las calles era peligroso, así es que me pareció que los pequeños y apacibles cementerios de pueblitos perdidos debían ser lugares tranquilos donde nadie me molestaría ni yo correría riesgo alguno. Ahora sé que era justamente en las fosas comunes de esos cementerios donde los militares enterraban subrepticiamente a los “desaparecidos”. En este sentido adquiere toda su dimensión la cita de Walter Benjamin que elegí para acompañar mi trabajo sin ser consciente de su carácter anticipatorio: “El valor de culto de la imagen tiene su último refugio en el culto al recuerdo de los seres queridos, lejanos o desaparecidos”.
Arborescencias / 1995
A comienzos de los ’90s, las nuevas tecnologías irrumpieron en todos los campos sociales, incluida la fotografía y yo comencé a experimentar con las posibilidades creativas de la incipiente y tosca primera versión del Photoshop, lo que me permitió en 1995 crear una serie de imágenes de marcado carácter pictórico y lenguaje surrealista que llamé Arborescencias.
Se trataba de un trabajo experimental que no tuvo continuación pero que me posibilitó involucrarme desde sus albores en la gran revolución tecnológica de la fotografía desde su invención.
Ahora, con la perspectiva que dan los años transcurridos, me doy cuenta que el leitmotiv de este ensayo es el símbolo universal del árbol. Que también es el de la cruz, metáfora del sufrimiento humano…
Juanita Escobar