El polvo cae sobre la piscina. La pintura se decolora sin que el hombre solo y atrapado por volúmenes y simetrías baje las escaleras o se arroje por fin al agua. Hice la foto en la mitad de la primera década de este siglo y siempre supe que El Bañista, de construcción formal contenida, clásica, hablaba de las convulsiones y esperanzas de su época.
La toma fue realizada en la piscina olímpica de lo que fue el Club Peretz, club de intensa actividad deportiva y social mientras duró la prosperidad de las industrias textiles de Villa Lynch. Llegué a la locación de la foto de la mano de Nerina Visacovsky, historiadora al mando de un equipo ocupado en reconstruir la memoria del club y sus vínculos con la comunidad judía y el barrio en general. En la piel del bañista está el actor Nahuel Pérez Biscayart.