Sus aportaciones fueron fundamentales en los inicios del arte conceptual en España, poniendo en práctica un tipo de intervenciones artísticas que él mismo denominó vivo dito o arte vivo. A su faceta de artista-pintor multimedia añadió su faceta de poeta.
Realiza Vivo-Ditos, en París, en Roma, en Madrid y, sobre todo, en Piedralaves, una pequeña localidad de Ávila, donde vivirá algún tiempo, convirtiendo a esta pequeña comunidad rural en un espacio artístico propicio para la realización de sus intervenciones. Greco hace sostener a los habitantes del pueblo carteles con textos tales como «Esto es un Alberto Greco», «Obra de arte señalada por Alberto Greco» o, simplemente «Alberto Greco”.
En España continúa trabajando en sus proyectos Vivo dito y expone en la Galería Juana Mordó en 1964. Un año después se suicida en Barcelona. La propia muerte del artista se convierte en la más radical de sus intervenciones artísticas. En 1965 elige para suicidarse la ciudad de Barcelona, comunicando a sus allegados que viajará a la Ciudad Condal para poner fin a su vida. Greco no dejó de ser artista ni al final de su vida. El propio acto de su muerte voluntaria, la convirtió Greco en un gesto artístico. Mientras la sobredosis de barbitúricos que había consumido comenzaba a hacer su efecto, sobre la palma de su mano izquierda (como ya lo solía haber realizado en el ángulo inferior derecho de alguno de sus cuadros) escribió la palabra Fin y sobre la pared Esta es mi mejor obra.